Translate

lunes, marzo 25, 2013

¿Y, cómo comenzó todo?

Muchas de las situaciones por las cuales atravesamos en nuestra vida diaria nos dan la oportunidad de cuestionarnos y darnos cuenta de si vamos en la dirección que se presume ser "correcta" o "adecuada", pero, ¿qué pasa si no es así, si en lugar de caminar por donde todo mundo lo hace, tomamos diferentes caminos, atajos o rutas que se salen totalmente del protocolo que nos han enseñado?

Esta fue una de las primeras ideas que vino a mi mente cuando descubrí que mi orientación sexual era diferente a la de los demás chicos de mi clase y de mi familia. Cuando pasó esto, todavía nos encontrábamos en los 90's y aunque, a pesar de que ya se vislumbraba cierta "libertad" para el ambiente homosexual, los miedos aún estaban presentes como no tienen una idea. La sola premisa de revelar a todos (familia y amigos) mis gustos, mis pensamientos, mis emociones, se quedaban ahogadas apenas lograban ponerse en mi garganta. Debo confesar que desde entonces ahí han permanecido (sobre todo para mi familia). 

Regresando a lo anterior, era difícil no sólo comprender el por qué me sentía de esa manera, a lo mejor era algo pasajero, ya saben, una de esas "mañas" que toman los chicos en la infancia. Absoluta y radicalmente no. No era una de esas cosas que suelen ser pasajeras o que tomas a la ligera. Desde ese momento, desde que fui concebido, ya empezaba a formarse en mi esa única e inigualable forma de ser, pero no fue hasta que tenía alrededor de nueve años cuando empecé a darme cuenta de todo el acontecimiento que estaba por sucederme, como si ya tuviera demasiado criterio o experiencia a esa edad.

Al principio, y como a todos los demás (quiero pensar), me invadió una sensación de no saber qué hacer, sí contárselo a alguien de mis amigos o de mi familia, sí podía preguntarle a mi maestra de la escuela (que me encantaba porque siempre iba bien vestida y olía rico) o sí debía tratar de resolverlo yo de una sola vez. Opté por la última opción. No sé hasta que punto esa fue la mejor de las soluciones o la peor de las decisiones que tomé y que hasta hoy en día vengo cargando.

Saben, cuando por fin descubrí que era diferente a los demás me sentí contento  antes de sentirme culpable, único antes de empezar a rechazarme, pero también solo, solo como lo pasé el resto de mis años de adolescente.

La secundaria y la preparatoria no fueron ese espacio donde todo el mundo se divierte, conoce a mil de amigos, pasa las mejores aventuras de su vida, donde haces lo que quieres hacer, donde pasas las mejores vacaciones de tu pubertad y adolescencia, donde sales con las personas que quieres, donde empiezas a definirte y tomar el camino que deseas que dure para toda la vida. Para mi fue un duro despertar, una etapa en la que me sentí más solo de lo que ya estaba, tal vez porque los supuestos "amigos y compañeros de escuela" me buscaban cuando requerían algo de ayuda académica (porque ante todo siempre fui y sigo siendo un buen estudiante y un excelente autodidacta)o requerían de algún otro favor frívolo.

Haciéndoles un breve paréntesis en mi narrativa, hasta el momento me sigo preguntando si todos los chicos homosexuales nos juntamos desde que tenemos idea de lo que vamos hacer (hablando de nuestra orientación) con las chicas antes que con los chicos. Si no es así, a mi si me ocurrió. Parecía un imán gigante de niñas (no por mi físico o mi cara) sino por la forma en que era, algo tímido, amigable, estudioso, divertido cuando lograban acercarse lo necesario para conocerme. No obstante, esto marco la serie de comentarios y opiniones que todos, absolutamente todos, pensaban y que se atrevían (unos que otros) a decir: "es gay... (por no mencionar palabras más hirientes)"

Si, eso fue algo con lo que lidié toda mi adolescencia, el juntarme con las chicas (que por cierto yo disfrutaba como no tienen idea)marcó mi proyección ante los demás. No sólo pasaba en mi escuela, también ocurría en mi familia. Prefería mil veces estar con mis primas en casa pasando el rato ya fuera en una agradable plática o practicando algún juego que requiriera usar más de una neurona, que salir con los "sementales" de mis primos a tratar de ligarme a la mayor cantidad de chicas disponibles que había, que era a lo que se resumía toda su diversión, o a platicar de cosas que no me interesaban en lo más mínimo (como la chica de las tetas más grandes, las incontables poluciones nocturnas que habían tenido pensando en la chava más maja del salón, en las camionetas que deseaban tener, en las fumadas de cigarrillos que se ponían o en la toma de bebidas alcohólicas indiscriminadas), para nada.

Entre el estudio, y el descubrimiento del internet (era una maravilla simplemente tener tu correo electrónico) fue como logré sobrevivir a esta etapa. No me apoyé ni en mi familia ni en mis amigos ni tampoco me sinceré con ellos. Mi madre siempre usaba un dicho "lo que no has de poder ver, en casa lo has de tener" (bastante cierto) y si, ella no aceptaba (ni aceptará) el estilo de vida homosexual, a lo mejor por la manera en que fue educada, o por su ideología o por su religión (no es que quiera justificarla). Debido a ello, cualquier tema con un mínimo atisbo de homosexualidad era y es particularmente molesto y nada viable para algún tópico de conversación familiar. "Vayan a saber ustedes que cosas del demonio son esas".

Nunca pude contarle a alguien cómo me sentía, que me gustaba (más bien me encantaba) ver y fantasear con los chicos atractivos que ocasionalmente llegaban al pequeño lugar en el que vivía y sigo viviendo (un pueblo), las canciones que me desconectaban de la realidad (Britney Spears, Madonna, Westlife y demás, por mencionar algunos) o la ropa y los zapatos que me gustaría tener. No, nada de eso pude contarle a alguien. No fue sino hasta que inicie con mi carrera que conocí a mi primer amiga verdadera, a la cual al principio no le confesé todo lo tenía congestionado en la garganta desde que tenía nueve años, a la cual pude soltarle todo lo que venía cargando desde hacía un buen rato (ya estarán sacando las cuentas me imagino). Y si, fue una amiga como era de esperarse a la que pude platicarle toda mi verdad. (Las críticas seguían cayendo como cántaros de agua porque seguía con mi patrón de juntarme con las chicas). Pero esa será una historia en la que profundizaré en otras publicaciones.

Nunca tuve un novio formal en esos tiempos, nadie a quien mandarle cartitas llenas de corazones los catorce de febrero, nadie con quien compartir mi tarta de cumpleaños ni mucho menos las navidades que pasaban año con año. Si se lo están preguntando, no, no perdí mi virginidad en la adolescencia, sin embargo tuve un ligero, aunque significativo encuentro con un amigo cuando apenas alcanzaba los quince años, encuentro del que les platicaré después (en una historia erótica en la que sólo les relaté ese encuentro).

Creo, en cierta manera, que desperdicié muchos años de mi adolescencia y algunos de mi juventud  en tratar de ocultar lo que soy, en borrar cualquier rasguño que pudiera revelar mi tan escondida homosexualidad, y lo más importante, en pretender ser alguien quien no era. Si, me arrepiento como no se imaginan por no haber hecho lo que pude hacer cuando tenía esa edad, por perderme todas las diversiones que pude haber vivido, por dejar pasar mi primer amor de estudiante, mi primera desilusión amorosa, amigos que fueran igual que yo, porque aunque suene ilógico nadie, absolutamente nadie, tenía tendencias homosexuales o  se sabía que fuera gay  (creo que mi radar-gay en ese entonces estaba algo empolvado y olvidado). Tantas cosas que pude haber sentido, descubierto y experimentado. Pero en fin, uno no puede vivir de fantasías pasadas.

Aún hay más que contar, más vivencias por narrar, mas frustraciones que sacar y sobre todo más experiencias que develar. Espero que les haya mostrado aunque sea un poco de lo que viví cuando era más joven (no estoy tan viejo si se lo están imaginando, apenas tengo veinticuatro años) y algunos errores que cometí para que tú, querido lector, puedas reflexionarlos y te quede esa sensación de cómo comenzó todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario